sábado, 22 de marzo de 2008

EL VAMPIRO


En el regazo de la tarde triste

Yo invoqué tu dolor...

Sentirlo era...¡Sentirte el corazón!

Palideciste...hasta la voz,

tus párpados de cera bajaron... y callaste...

Pareciste Oír pasar la Muerte...

Yo que abriera tu herida mordí en ella —¿me sentiste?—

¡Como en el oro de un panal mordiera!

Y exprimí más, traidora, dulcemente

Tu corazón herido mortalmente, por la cruel daga

y exquisita de un mal sin nombre,

¡hasta sangrarlo en llanto!

y las mil bocas de mi sed maldita tendí a esa fente abierta en tu quebranto

¿Por qué fui tu vampiro de amargura?

¿Soy flor o estirpe de una especie oscura que come llagas y que bebe el llanto?

Delmira Agustini

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